domingo, 18 de noviembre de 2012

Él era un seductor latino. De esos que andan por ahí.


10:58PM

Cómo es que los hombres entienden tus mensajes tardíamente? Cómo es que cuando ya todo está planificado/acordado/esperado encuentro casual simplemente sacan cuerpo del juego? Cómo es que cuando tú decidiste (sólo temporalmente) ser una princesa en la torre más alta del castillo, aparecen nuevamente y quieren incendiar tu castillo con las llamas de la pasión? No sé cómo lo hacen, pero son (inexplicablemente) expertos.

Hace unos días disfrutaba yo, de mi vestido, mis buenas costumbres y mi coronita. Había dejado atrás las aventurillas con los nobles del reino, todo encuentro real (no de realeza, sino carnal oh si!) había sido frustrado. No por mí. Entonces, (re)aparece un antiguo personaje de mis capítulos anteriores, mismo zombie de The Walking Dead, cuando yo ya había volteado la página y me dejaba llevar por la literatura de la vida.


Es curioso cómo funcionó el capítulo contigo, vivimos una larga temporada (por poco nos llaman para reemplazar Friends) atrapados en interminables planeamientos de la salida perfecta, poniendo a prueba todas nuestras armas de seducción mutua. Si alguien leyera nuestras conversaciones estoy más que segura que nos llaman para hacer Hitch, experto en seducción 2. El gusto/deseo/tequierorightnow era más que evidente, sólo faltaba la consumación de la teoría, la grabación de la película, seríamos una guerra medieval en el reino. Pero no, empezó a rodarse un corto en tu vida, de esos que los productores no le ven ningún futuro, y obvio, no lo convertirían en película.


Este corto en tu vida podría llamarlo “eventos inesperados/sobrenaturales/masfalsosquebilletedequincesoles”. Fue (ridículamente) inexplicable cómo es que tu agenda se empezó a llenarse de exámenes, reuniones, trabajos, hasta un comercial de tv, todo empezó a entrometerse en tu vida. Y tú, en tu afán de permanecer como seductor, seguías las conversaciones. Yo empecé a aburrirme. Tú seguías con tus excusas. Yo dejaba de seguirte el juego. Tú querías seguir siendo el galán. Yo dejé de escribirte. Tú, desapareciste.

Acéptalo, ese macho latino seductor que me escribía tenía el traje muy grande para ti. Al juego, le faltó la realidad y una princesa que siga queriendo estar detrás de la pantalla. Por eso, corriste. Yo, no era (ni soy) esa princesa.

Y eso es lo que pasa (de hecho te ha pasado. no mires al lado!) cuando una se deja llevar por las vías de la seducción teórica con un buen maestro, pero éste no sale de su pizarra, no sale del salón. Reacciona princesa, este espécimen de hombre existe y es probable que en este mismo instante estén rodando su serie, pero hazme caso, desaparecerá en cuanto tú tomes las riendas del asunto, te canses de la interminable preparación del guión y quieras vivir-lo  en la realidad.

Estos machos seductores tienden a decaer cuando los papeles se invierten, cuando tú dejas de ser la simple receptora o continuadora de la sutil seducción, cuando decides imponer tu personalidad femenina/sexy/segura, cuando eres la mujer sin temores y que no sólo está para conversaciones interminables. Ellos te temen princesita, porque te conviertes en la bruja del cuento que quiere jugar y que sabe muy bien que sus pociones y embrujos siempre funcionan. Ellos temen porque pierden la batuta de la historia y no son más que fururú furará. Son ellos, los personajes de ficción. Tómese literal.

Princesa, si te encuentras en esta situación, tienes dos buenas opciones (llame ahora, llame ya); primera, si realmente te gusta el jueguito seductor sin llegar a la realidad, adelante! Esto es un buen entrenamiento para una retroalimentación sobre conocimiento en las artes de la seducción y hombres; segunda, si tu situación no es de aprendizaje teórico porque crees en la educación practica (fielmente), cambia de canal, firma con otra productora y empieza a grabar en otra película. Sé que quieres hacer realidad tu guión con este seductor, pero él va correr y te dejará peor que quinceañera sin chambelán. Come on! Hay mucho mercado que recorrer aun.

Analicé, indagué y llegué a una conclusión. Me guié por la segunda opción y renuncié a nuestro programa de seducción nivel master. Al principio me quedé con ese saborcito agrio como cuando se acaban los bombones que te mueres por probar, pero bueno, los bombones jamás se terminan.

Y aquí viene el final de esta historia, mi macho latino seductor reapareció como ave fénix luego de la batalla, con la esperanza de que yo lo haya esperado en forma de princesa. Disculpa, mis revoluciones hormonales ya habían tomado otro rumbo y tú, eras personaje pasado. Tranquilo, deja de esforzarte por intentar encenderme, cuando yo ya he decido ser un helado muy delicioso (no me derretirás).

Mi querido seductor, regrese a su reino que en el mío no cabemos. El jueguito de la teoría llegó a cansar, este curso yo ya lo aprobé y no me gusta repeticiones.

jueves, 2 de agosto de 2012

Caperucita roja. Rojo Pasión.


4:20PM

Llevaba días en que había pensado que mi historia contigo y tu galán (principal) debía ser escrita/contada/analizada, mejor dicho, desfogada por la vía del blog y compartida. Tú, contra todo pronóstico contrario a las leyes de la gravedad, aceptaste. Es más, lo estabas esperando.

¿Desde cuando nos conocemos? desde primero de secundaria (niñas buenas, demasiado); ¿desde cuando somos tan amigas? desde que fuimos parte de un mismo grupo de amiguitas (brujas nos llamábamos, creo que sí lo éramos); ¿desde cuando podemos pasar horas hablando de esto y todo? desde que ambas tenemos ganas de vivir al mundo (y no morir en el intento).

Para hablar de nuestra amistad podría pasarme horas, páginas, blogs, etc. y no acabaría. Por eso, hoy quiero comentarte sobre tu galán de cabecera, el que desde hace unos meses ronda en tu vida (medio a mi pesar) pero como tú y yo sabemos, no será (está más que cantado, y estamos de acuerdo) el príncipe azul del cuento de hadas, pero será un buen lobo feroz (si su leyenda urbana es cierta) y tú, su caperucita roja. Roja pasión.

Y a todo esto, entro yo en la historia desde el “once upon a time”, porque fui la encargada (culpable, me siento a veces) de presentarlos en una reunión en la cual, todos ya estábamos emparejados y que este chico había pedido que le lleven una chica guapa para la velada. Lo sé, creo que recién te estás enterando, y que quede claro que yo no te llevé a él, tú eras una de las actrices principales de la película y no necesitabas invitación. Sin embargo, él estaba invitado y al percibir el emparejamiento del ambiente agregado su estilo de gigoló, no permitiría ser el violinista (valga la redundancia, es músico) de nadie, por lo que requería a una musa para su noche. No lo preví, fuiste tú.

Te conozco, bueno, hasta ese momento nos conocíamos en otras faceteas, aun no estábamos tan mentalizadas con la vida loca y el “no quiero llegar a los treinta sin haber tenido adolescencia”. Ello me dio fe que te llevarías bien con el muchacho, pero su estilito de galán (ya sé, contigo es distinto) te aburriría y al día siguiente sería una historia más de los tragos de la noche y pasarías la página. Me equivoqué, erré, di por asentado que mi instinto femenino/mágico/tinkero había fallado contigo, y con la velada. Hoy, ustedes siguen escribiendo su novela.

Y el feeling de ustedes comenzó el mismo día en que se conocieron, si bien es cierto debían ser “pareja” de la noche, pero, como on chicos! se lo tomaron muy en serio y fuimos testigos (y me sentí rara, eres como mi hermana) de sus coqueteos, arrumacos y agarres. Mi princesa, no había tenido el gusto de verte en estos trotes, pero tenía que aceptar que tú también ya estabas grande, viviendo. Desde ese momento el cuento cambio de sentido, caperucita y lobo ya no eran los mismos.


Mi caperucita se sacó la caperuza y lo cambió por un vestido rojo pasión y empezó a derrochar coquetería; lobo dejo de ser tan lobo, guardó las garras y empezó a tratar a caperuza al ritmo de ella, por momentos hasta puede ser confundido con el buen leñador. Sin embargo, saben llegar a situaciones en que ambos dejan los parámetros que exigen sus personajes, y son una caperucita y un lobo que quieren jugar, pasarla bien. Y sí, tienen sus encuentros en el bosque (cosas que entero tardíamente) y lo tienes todo bajo control (alabada seas). Aun haces caso los consejos que dio mamá al salir de la casa caperucita, no confías en el lobo. Eso, me tiene tranquila.

Debo confesar que siempre he tenido cierto rechazo hacia tu galán por razones del ego que muestra y lo que dicen sus amigos (lo endiosan mal), sé que no lo conozco y es un poco injusto que tenga esa idea. Todo hubiese seguido normal si en su mira no estarías tú. Mi amiga, mi hermana. Pero estoy en proceso de adecuación a la situación. Tranquila, voy por buen camino.

El problema, no eres tú, ni él, ni yo. Simplemente no quiero que construyas un castillo de princesas y príncipes con un “felices por siempre”, cuando bien pueden estar construyendo un crucero de aventura y pasión, pero los cruceros llegan a un puerto y el viaje termina. Esto lo hemos hablado/debatido/filosofado más de una vez, y sé que tienes las ideas claras con un horizonte frío (no ilusión, como rótulo), pero cada día hay más onda entre ustedes y me asusto. Aun temo, no quiero verte sufrir.

Desde hace unas semanas acepté que es ésta es tu aventura y yo no soy la capitana del barco, sino tú. Tampoco soy tu brújula, porque tú decidirás hacia donde guiar tu norte. Sólo seré una voz más que susurrará en las olas de tu vida, que te hablará cuando necesites ayuda. Seré el faro que encienda la luz de vuelta al camino, si veo perderte en un destino que no tiene tierra firme. Ahí estaré, como siempre.

Vive tu historia mi caperucita, ponte el vestido rojo pasión cuando quieras y experimenta la aventura al lado del lobo. Tú tienes el control, piérdelo si quieres y no temas a equivocarte. Siempre puedes cambiar de cuento, y eso incluye a los personajes. A esto y más, le llaman vida. Vive.

Y a ti estimado lobo, cuidado, caperucita es de armas tomar. En una de estas terminas tú con la caperuza.

miércoles, 25 de julio de 2012

Una montaña rusa llamada deseo

12:00PM

Desde hace bastante tiempo, harto diría yo, tienes un feeling gileador con uno de tus amigos, si, a varios coquetearás mal, pero con él siempre hubo el comentario mandado frente de los patas, el bailecito pegadito, los mensajes indirectos (directazos) por cuanta red social compartieran, en fin. Pero era broma, si no? broma? si, en principio si, aunque no puedes negarlo, siempre hubo ese gustito de gilear con él no con los demás, pero sólo es jueguito...no?

Amigos siempre han sido. Obvio, así como gilean también comparten conversas súper comunes y silvestres, han estudiado para algún examen, la comida con la gente, los tragos after office, etc. Cualquiera los ve, y si, son un buenos amigos jóvenes.

Todo seguía este conducto de montaña rusa controlable, con paradas cada vez que volvíamos a ser amigos. Todo seguía este conducto, hasta hace un par de meses en que la montaña rusa fue tomada y descarrilada por las fuerzas del descontrol, y de amigos pasaron a ser los latin lover on line.

Un día empezamos (sí, ahora en primera persona) el gileito de siempre y pasamos al gileo intenso, y hasta me sorprendí siendo una operadora de hot line vía chat Facebook, y no te quedaste atrás “amigo”, hiciste tu parte (me mataste). Fueron tres días seguidos de este tipo de conversaciones y hasta acordamos que esto (y todo lo alucinado) debería concretarse en cuanto sea nuestra salida magistral/esperada/planeada/repasada/confindeterminado.

Luego de esto, nos volvimos a ver fuera de todo pronóstico, ya que no nos veíamos seguido (por eso fui tan macha de seguir el juego), y como quien conversa del tiempo, charlamos en qué situaciones nos encontrábamos cuando pasaron nuestras horas de hot chat. Me sorprendió la naturalidad con la que lo conversamos, tanto así que a pesar de todo el tiempo de las gileadas, esto nunca había pasado. Fue así como terminamos concretando la primera parte de todo, luego de hablar que ya era hora de hacerlo, nos besamos por primera vez (salsa de fondo en la radio de tu auto, de esas que hablan de estas situaciones).

Días siguientes, cada encuentro casual lo llamamos “destino quiere jugar” (dos poetas en potencia), no volvió a pasar nada (que conste). Entonces, de la nada siempre quería regresar a mí la niña buena que jamás había hablado cositas (un poco lujuriosas) por redes sociales, pero esta niñita solía irse en cuestión de segundos cada vez que aparecías y de nuevo la historia (ídem).


Querida princesa, seguro haz pasado por esto, y te sientes la bruja mala del cuento, así me siento yo de vez en cuando. Ahora, las cartas ya están sobre la mesa y yo simplemente me volví el conejito asustado de tu  colección de cuentos que ya no quiere jugar, y menos encontrarnos nuevamente los dos, solos.


Y suele pasar así, nos gusta jugar a ser la chica mala de la novela porque cansa ser la buena (la tontita buena gente llorona) y nos encontramos con quien nos coloca en MODE ON y sale la fierita que tienes dentro. Pero a la hora de la hora, sale tu inexplicable lucha del bien y el mal dentro de ti. Libre albedrío, blah blah blah.

Bueno princesita convertida en la bruja mala (pero recontra sexy latin lover) una vez más, queda demostrado que sólo tú eres quien decide qué paso seguir, seguir la ruta y a ver que pasa o dejarla ahí, no pierdes nada pero nada te asegura que ganes, sólo es una ruta. Y si no, no pues, no va, chau, next!

Vive, experimenta, pero siempre que sea lo que tú decides. Eres parte del juego, pero no el juego.

Yo quiero jugar.

martes, 24 de julio de 2012

Deja el vestido y las señales de princesa. No van.

08:38PM

Una vez más te quedaste ahí, como muchas "princesas de cuento" esperando que el caballero (que más podría ser caballo) se lance sobre aquel pañuelo lanzado dulcemente, lo recoja, te lo ponga en las manos y te diga algún verso, poema, canción.

Pero no, no estimados y estimadas, estamos en el siglo 21, después de haber luchado por la igualdad de géneros y cuanta cosa “feminista” se nos haya ocurrido, y te encuentras con que ya no somos princesas que de vez en cuando se nos da lo conservadoras (sólo por momentos, no es duradero) y queremos que aquél príncipe sea quien nos “corteja”. No, ellos no son príncipes, no tienen la cara de galán de Disney, y muchos menos entenderán lo que signifique que hayas tirado el pañuelo (en el cuento si hubiesen entendido, pero porque se lo enseñaban). Entonces, vuelves a tu cruda realidad y debes sacarte el vestido de princesa y obviamente tu corona. Come on! Sácatela ya.

Algo así me pasó hoy, y sé que más de una vez te ha pasado, y si, estaba sumergida en la buscada/idolatrada/soñada/esperada whatever conversación con el que pretendes que sea tu caballero ‘cortejeador’ principal y elegido para la salida perfecta. Pero, en el momento en que ya debe dar la estocada final, al pata se le nota más que nunca su bajo coeficiente intelectual para darse cuenta de tus ‘señales de princesa’.

Si pues, hoy esperé que me dijeras para salir, sí, un café, una copa, una hamburguesa, una empanada, lo que quieras para vernos! y tú simplemente seguiste con la conversa. Disculpe, hoy me aburrí de lo mismo. Seguirás asi? Sí, yo creo que sí.

En cuanto te desconectaste me vino toda esa filosofada necesaria y con la aburrida realidad del "me quede sin chico para salir". Si pues como si fueses el único (ja! la verdad que por ahora si), eres ÉL chico que quiero para salir y comprendí, una vez más, que al ya no existir princesas y príncipes, el cortejo, y cuanta cosa típica de tu cuento de la Cenicienta, nosotras debemos tomar el paso. Sí, deja tu orgullo/educación/niñabuena que tienes dentro y acéptalo.

Así es querida, quieres un chico y que hay onda, ya pues! Dile para salir, de frente, tú tienes la batuta y eso no te hace menos mujer, menos chica de su casa, bitch mode on nononono luchaste por tu igualdad de género? Aprovecha, tienes el poder de ser tú quien elige con quien salir, qué hacer y pasarla bien. No tienes por qué esperar a que él dé el paso, te invite, proponga, disponga. Ya te sacaste el vestido y corona, haz que esos pantalones (ultracadera matador) se impongan y marquen la ruta que hoy quieres seguir.

No esperes que descifre tus señales, eso es complicado. Es hombre, no entiende.