Desde hace bastante tiempo, harto
diría yo, tienes un feeling gileador
con uno de tus amigos, si, a varios coquetearás mal, pero con él siempre hubo
el comentario mandado frente de los patas, el bailecito pegadito, los
mensajes indirectos (directazos) por cuanta
red social compartieran, en fin. Pero era broma, si no? broma? si, en principio
si, aunque no puedes negarlo, siempre hubo ese gustito de gilear con él no con
los demás, pero sólo es jueguito...no?
Amigos siempre han sido. Obvio, así
como gilean también comparten conversas súper comunes y silvestres, han
estudiado para algún examen, la comida con la gente, los tragos after office, etc.
Cualquiera los ve, y si, son un buenos amigos jóvenes.
Todo seguía este conducto de montaña rusa controlable, con paradas
cada vez que volvíamos a ser amigos. Todo seguía este conducto, hasta hace un
par de meses en que la montaña rusa fue tomada y descarrilada por las fuerzas
del descontrol, y de amigos pasaron a ser los latin lover on line.
Un día empezamos (sí, ahora en primera persona) el
gileito de siempre y pasamos al gileo intenso,
y hasta me sorprendí siendo una operadora de hot line vía chat Facebook, y no te quedaste atrás “amigo”, hiciste
tu parte (me mataste). Fueron tres
días seguidos de este tipo de conversaciones y hasta acordamos que esto (y todo lo alucinado) debería concretarse
en cuanto sea nuestra salida magistral/esperada/planeada/repasada/confindeterminado.
Luego de esto, nos volvimos a ver fuera de todo pronóstico, ya que no nos veíamos seguido (por eso fui tan
macha de seguir el juego), y como quien conversa del tiempo, charlamos en
qué situaciones nos encontrábamos cuando pasaron nuestras horas de hot chat. Me sorprendió la naturalidad
con la que lo conversamos, tanto así que a pesar de todo el tiempo de las gileadas,
esto nunca había pasado. Fue así como terminamos
concretando la primera parte de todo, luego de hablar que ya era hora de
hacerlo, nos besamos por primera vez (salsa
de fondo en la radio de tu auto, de esas que hablan de estas situaciones).
Días siguientes, cada encuentro
casual lo llamamos “destino quiere jugar” (dos
poetas en potencia), no volvió a pasar nada (que conste). Entonces, de la nada siempre quería regresar a mí la
niña buena que jamás había hablado cositas
(un poco lujuriosas) por redes sociales, pero esta niñita solía irse en cuestión de
segundos cada vez que aparecías y de nuevo la historia (ídem).
Querida princesa, seguro haz pasado por esto, y te sientes la bruja mala del cuento, así me siento yo de vez en cuando. Ahora, las cartas ya están sobre la mesa y yo simplemente me volví el conejito asustado de tu colección de cuentos que ya no quiere jugar, y menos encontrarnos nuevamente los dos, solos.
Querida princesa, seguro haz pasado por esto, y te sientes la bruja mala del cuento, así me siento yo de vez en cuando. Ahora, las cartas ya están sobre la mesa y yo simplemente me volví el conejito asustado de tu colección de cuentos que ya no quiere jugar, y menos encontrarnos nuevamente los dos, solos.
Y suele pasar así, nos gusta jugar a ser la chica mala de la novela porque cansa ser la buena (la tontita buena gente llorona) y nos encontramos con quien nos coloca en MODE ON y sale la fierita que tienes dentro. Pero a la hora de la hora, sale tu inexplicable lucha del bien y el mal dentro de ti. Libre albedrío, blah blah blah.
Bueno princesita convertida en la
bruja mala (pero recontra sexy latin
lover) una vez más, queda demostrado que sólo tú eres quien decide qué paso
seguir, seguir la ruta y a ver que pasa o dejarla ahí, no pierdes nada pero
nada te asegura que ganes, sólo es una ruta. Y si no, no pues, no va, chau,
next!
Vive, experimenta, pero siempre
que sea lo que tú decides. Eres parte del juego, pero no el juego.
Yo quiero jugar.