jueves, 2 de agosto de 2012

Caperucita roja. Rojo Pasión.


4:20PM

Llevaba días en que había pensado que mi historia contigo y tu galán (principal) debía ser escrita/contada/analizada, mejor dicho, desfogada por la vía del blog y compartida. Tú, contra todo pronóstico contrario a las leyes de la gravedad, aceptaste. Es más, lo estabas esperando.

¿Desde cuando nos conocemos? desde primero de secundaria (niñas buenas, demasiado); ¿desde cuando somos tan amigas? desde que fuimos parte de un mismo grupo de amiguitas (brujas nos llamábamos, creo que sí lo éramos); ¿desde cuando podemos pasar horas hablando de esto y todo? desde que ambas tenemos ganas de vivir al mundo (y no morir en el intento).

Para hablar de nuestra amistad podría pasarme horas, páginas, blogs, etc. y no acabaría. Por eso, hoy quiero comentarte sobre tu galán de cabecera, el que desde hace unos meses ronda en tu vida (medio a mi pesar) pero como tú y yo sabemos, no será (está más que cantado, y estamos de acuerdo) el príncipe azul del cuento de hadas, pero será un buen lobo feroz (si su leyenda urbana es cierta) y tú, su caperucita roja. Roja pasión.

Y a todo esto, entro yo en la historia desde el “once upon a time”, porque fui la encargada (culpable, me siento a veces) de presentarlos en una reunión en la cual, todos ya estábamos emparejados y que este chico había pedido que le lleven una chica guapa para la velada. Lo sé, creo que recién te estás enterando, y que quede claro que yo no te llevé a él, tú eras una de las actrices principales de la película y no necesitabas invitación. Sin embargo, él estaba invitado y al percibir el emparejamiento del ambiente agregado su estilo de gigoló, no permitiría ser el violinista (valga la redundancia, es músico) de nadie, por lo que requería a una musa para su noche. No lo preví, fuiste tú.

Te conozco, bueno, hasta ese momento nos conocíamos en otras faceteas, aun no estábamos tan mentalizadas con la vida loca y el “no quiero llegar a los treinta sin haber tenido adolescencia”. Ello me dio fe que te llevarías bien con el muchacho, pero su estilito de galán (ya sé, contigo es distinto) te aburriría y al día siguiente sería una historia más de los tragos de la noche y pasarías la página. Me equivoqué, erré, di por asentado que mi instinto femenino/mágico/tinkero había fallado contigo, y con la velada. Hoy, ustedes siguen escribiendo su novela.

Y el feeling de ustedes comenzó el mismo día en que se conocieron, si bien es cierto debían ser “pareja” de la noche, pero, como on chicos! se lo tomaron muy en serio y fuimos testigos (y me sentí rara, eres como mi hermana) de sus coqueteos, arrumacos y agarres. Mi princesa, no había tenido el gusto de verte en estos trotes, pero tenía que aceptar que tú también ya estabas grande, viviendo. Desde ese momento el cuento cambio de sentido, caperucita y lobo ya no eran los mismos.


Mi caperucita se sacó la caperuza y lo cambió por un vestido rojo pasión y empezó a derrochar coquetería; lobo dejo de ser tan lobo, guardó las garras y empezó a tratar a caperuza al ritmo de ella, por momentos hasta puede ser confundido con el buen leñador. Sin embargo, saben llegar a situaciones en que ambos dejan los parámetros que exigen sus personajes, y son una caperucita y un lobo que quieren jugar, pasarla bien. Y sí, tienen sus encuentros en el bosque (cosas que entero tardíamente) y lo tienes todo bajo control (alabada seas). Aun haces caso los consejos que dio mamá al salir de la casa caperucita, no confías en el lobo. Eso, me tiene tranquila.

Debo confesar que siempre he tenido cierto rechazo hacia tu galán por razones del ego que muestra y lo que dicen sus amigos (lo endiosan mal), sé que no lo conozco y es un poco injusto que tenga esa idea. Todo hubiese seguido normal si en su mira no estarías tú. Mi amiga, mi hermana. Pero estoy en proceso de adecuación a la situación. Tranquila, voy por buen camino.

El problema, no eres tú, ni él, ni yo. Simplemente no quiero que construyas un castillo de princesas y príncipes con un “felices por siempre”, cuando bien pueden estar construyendo un crucero de aventura y pasión, pero los cruceros llegan a un puerto y el viaje termina. Esto lo hemos hablado/debatido/filosofado más de una vez, y sé que tienes las ideas claras con un horizonte frío (no ilusión, como rótulo), pero cada día hay más onda entre ustedes y me asusto. Aun temo, no quiero verte sufrir.

Desde hace unas semanas acepté que es ésta es tu aventura y yo no soy la capitana del barco, sino tú. Tampoco soy tu brújula, porque tú decidirás hacia donde guiar tu norte. Sólo seré una voz más que susurrará en las olas de tu vida, que te hablará cuando necesites ayuda. Seré el faro que encienda la luz de vuelta al camino, si veo perderte en un destino que no tiene tierra firme. Ahí estaré, como siempre.

Vive tu historia mi caperucita, ponte el vestido rojo pasión cuando quieras y experimenta la aventura al lado del lobo. Tú tienes el control, piérdelo si quieres y no temas a equivocarte. Siempre puedes cambiar de cuento, y eso incluye a los personajes. A esto y más, le llaman vida. Vive.

Y a ti estimado lobo, cuidado, caperucita es de armas tomar. En una de estas terminas tú con la caperuza.

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